Los cuyes están listos para ir a la brasa. Unos están destinados para los ganadores y otros para ser sorteados entre los participantes de la onceava carrera atlética Cuenca – San Miguel de Porotos (Azogues), este 31 de marzo. La concentración será a las 07:00 en la Ciudadela Las Retamas, entre las avenidas Yanahurco y Coya.
La competencia se lleva a cabo en homenaje a Franklin Aucaquishpi. El joven falleció hace 16 años en un accidente de tránsito luego de viajar en moto desde Cuenca hasta Azogues. Su madre, María Tenempaguay, brindará un aguado de gallina a todos los participantes que lleguen a la meta.
Hay dos distancias: 25 y 10 kilómetros. La primera empieza desde el sitio de concentración y recorrerá la Av. Los Andes, Puente Monay, Av. 24 de Mayo, Hospital del Río, Ucubamba, Panamericana Norte y Descanso donde (alrededor de las 09:00) se integrarán los que cubrirán la segunda distancia.
La meta será el mirador turístico Santísima Trinidad después de recorrer los pueblos de San Cristóbal, Cristo Rey, Codoloma y Vegapamba. Miguel Tenempaguay, coordinador y presidente del Club A Correr, asegura que a diferencia de anteriores ediciones, en esta oportunidad el remate ya no tendrá subida sino bajada.
Las inscripciones tienen un valor de USD 5. Hay 100 cupos disponibles, 75 para 25K y 30 para 10K. Todos recibirán una medalla conmemorativa y entrarán en el sorteo de dos cuyes. Además los primeros registrados recibirán un bividí. Los puestos de hidratación estarán ubicados cada 5 km.
Los organizadores estiman que el primero detendrá su cronómetro en 1h50m aunque el tiempo límite es de tres horas. “Para los primeros (de 25K), en damas y varones, habrá un cuy asado; para los segundos, un pollo asado; y para los terceros, un medio cuy. Estamos haciendo las gestiones para ver si premiamos también a los dos primeros de los 10K”.
Para quienes no disponen de transporte, Tenempaguay aseguró que alrededor del mediodía habrá un bus para trasladar a los atletas a Cuenca sin costo adicional. (BST)-(D)
Carrera atlética Cuenca-San Miguel de Porotos mantiene la tradición